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Sobre la Fundación

Colombia goza de un inmenso potencial infantil, sin embargo, en sus calles y barrios marginales miles de niños y niñas se encuentran en “alto riesgo social” al serles negados sus derechos fundamentales. Son preocupantes las circunstancias de pobreza que rodean a gran parte de los niños colombianos, situación que se hace más apremiante en zonas marginales de las ciudades, como es el caso de muchos de los barrios de la ciudad de Sincelejo entre ellos Santa Cecilia, Mano de Dios, El Edén, Trinidad, Bogotá, Costa Azul, 20 de junio, Altos del Rosario, Botero y Cielo Azul, barrios que tuvimos la oportunidad de conocer e iniciar allí nuestras actividades con la visión clara de que la infancia es la gran oportunidad que tiene la sociedad para mejorarse a sí misma en lo biológico, en lo cultural, en lo económico, incluso en lo político. La infancia es el terreno más fértil para sembrar inteligencia, trabajo, creatividad, justicia y democracia.

Enfrentadas a este drama desconsolador, un grupo de mujeres Sincelejanas, sin más pretensiones que contribuir un poco a transformar nuestra sociedad tan apática, ciega y sorda a las necesidades de estos pequeños, decidió hace 21 años conformar la Fundación AMOR, ALEGRIA Y PAZ la cual fue inscrita ente la Cámara de Comercio el 3 de agosto de 2001, con matrícula mercantil 2329 y su NIT es 823003170-3.

Iniciamos nuestra labor regalando 50 desayunos a los niños de la escuela Cielo Azul, luego fuimos aumentando hasta completar 180. Más adelante al palpar tan de cerca el hambre con que vivía esta comunidad empezamos a cocinar en nuestras casas, grandes ollas de comida, comprábamos bolsas de pan, y nos desplazábamos dos días a la semana al barrio Cielo Azul, para repartirle a sus habitantes primordialmente a los niños algo de comer.

Describir lo que sentíamos es imposible. Avalanchas de niños empujándose y gritando; “seño, deme a mí que tengo hambre porque no he comido nada”; “Ay seño, regáleme un poquito más pa llevarle a mis hermanos y a mi mamá que está enferma”. Cuando nos oían llegar ellos buscaban cualquier cosa que sirviera de recipiente, una lata, una bolsa usada, una vasija rota, un platico, una ollita, ponían sus dos manos para recibir el alimento; no importaba si estaba caliente: El dolor del hambre era más fuerte que quemarse las manos recibiendo la comida. Saciar el hambre era lo importante. Y nuestro corazón no podía menos que encogerse al ver este panorama y constatar que nada de lo que lleváramos era suficiente.

En los barrios que atiende la Fundación Amor, Alegría y Paz, la población infantil presenta bajos niveles de nutrición y un acceso limitado a la educación, la protección, la recreación y el deporte. Sufren la constante violación de sus derechos desde diferentes contextos sociales, culturales y familiares; viven en espacios donde están expuestos a toda clase de riesgos. En algunos casos la situación se agrava aún más por el abandono paterno, la pérdida de su familia, el maltrato y el trabajo a que se ven forzados.

Las circunstancias de precariedad son alarmantes: más del 60% de la población colombiana se encuentra en estado de pobreza. De este 60%, el 20% no alcanza a cubrir sus necesidades básicas, afectando directamente a los menores que son población vulnerable y dependiente. En términos de nutrición, se traduce en un déficit en la cantidad de calorías y nutrientes que un niño necesita para su normal desarrollo, ratificando el círculo vicioso: enfermedad, desnutrición, ignorancia, miseria y violencia; esta situación se ve con mayor claridad en los sectores marginales de las ciudades.

Estas vivencias bloquean su infancia, el desarrollo de su personalidad, su vida física, intelectual y moral. Todo esto sucede en una etapa de la vida en que el ser humano fija las bases de su personalidad y forma criterios que marcan su desarrollo en la edad adulta.

En algunos casos, los menores no cuentan con la capacidad necesaria para la toma de decisiones y pueden ser inducidos por adultos a cometer actos delictivos, o verse utilizados sexualmente. Otros son explotados laboralmente en el lavado de autobuses, venta de dulces en rutas de transporte, ayudantes en el mercado, utilizándolos para cargar bultos. Estas actividades son altamente nocivas para ellos, ya no solo por no corresponder a las ocupaciones propias de un niño, sino por el daño que suponen para su salud y las circunstancias de inseguridad en que trabajan.

Con la llegada de familias venezolanas la situación en nuestros barrios se ha vuelto más crítica y nosotras no podemos dejar de tenderles la mano pues los niños son los que más sufren de saneamiento ambiental al interior de sus viviendas.

Ventiun años después de iniciar este sueño con 750 niños y niñas en diferentes barrios marginales, los cuales reciben una porción diaria de comida balanceada, hemos construido dos comedores comunitarios completamente dotados de los elementos necesarios para su funcionamiento, pero hemos tenido que bajar el número de niños beneficiados a 380 por falta de recursos.

También hemos ejecutado un despliegue de actividades donde se les brinda a los niños ratos de esparcimiento y bienestar, actividades anteriormente desconocidas para ellos. No hay satisfacción más grande que ver los rostros de los niños y niñas beneficiados con el proyecto, cuando reciben atención alimenticia, cuando participan en la celebración de la navidad, cuando reciben un regalo o una muda de ropa por primera vez. En Para nuestras Voluntarias el contacto físico-afectivo ha sido uno de nuestros pilares fundamentales es así como muchos de nuestros niños que llegaron con serias conductas agresivas a través del trato cálido y amor desinteresado han cambiado notoriamente su comportamiento hacia uno más apacible.

La acción diaria de dar gracias a Dios y a las personas y entidades que nos colaboran ha sido inculcada, al igual que el contacto afectivo con las madres. La higiene personal ha mejorado pese a las condiciones adversas su alegría y optimismo, está el mejor premio a nuestro compromiso.

La Fundación ejecuta sus labores por la generosidad de donantes particulares y sigue pacientemente a la espera de la vinculación de las autoridades locales, entidades nacionales e internacionales, para multiplicar significativamente el número de vidas mejoradas a través de las actividades de este proyecto. Los miembros de la Fundación sólo buscamos ayudar a brindarles a estos niños, la niñez que se merecen y el futuro al que tienen derecho.

Nuestra Fundación poco a poco se ha dado a conocer mediante sus ejecuciones, pero muchas personas no tienen idea de lo que la institución representa. Es importante percibir la real dimensión de las actividades que desarrolla a través de sus Voluntarias, personas de diferente educación, cultura, posibilidades económicas y edad, pero finalmente unidas trabajando por un mismo ideal.